| ★ SALUD |
(★) Internacional.- Mientras Europa y Estados Unidos enfrentan una "super gripe" que adelanta la temporada invernal, ¿estamos preparados para entender que las epidemias no se combaten sólo con medicamentos sino con sistemas sanitarios robustos y comunidades organizadas?
La alerta sanitaria por la variante H3N2 subclado K que recorre Europa y Estados Unidos nos obliga a reflexionar más allá de los síntomas individuales. Este brote, que se adelantó entre 3 y 6 semanas respecto a lo habitual, con tasas de contagio que multiplican por diez las del año anterior en países como España, no es sólo un problema viral: es un espejo que refleja la fortaleza o debilidad de nuestros sistemas de salud.
El Servicio Nacional de Salud británico ya advierte sobre uno de los inviernos "más duros" para su personal, con un 56% más de pacientes que el año pasado. Pero aquí está la cuestión central: cuando el 72% de los casos afecta a población entre 5 y 14 años, ¿no deberíamos preguntarnos por las condiciones de hacinamiento en escuelas, la falta de ventilación adecuada en aulas y la desigualdad en el acceso a cuidados preventivos?
La prevención como escudo colectivo
La variante H3N2 subclado K presenta mutaciones que dificultan la inmunidad, pero esto no es excusa para la inacción comunitaria. Mientras algunos medios hablan de "super gripe" con tono alarmista, desde la perspectiva sanitarista debemos destacar que las herramientas más efectivas son las más simples: ventilación de espacios cerrados, uso responsable de mascarillas ante síntomas, y sobre todo, fortalecimiento del primer nivel de atención.
Acciones comunitarias para la prevención y que la llegada de este u otro virus no nos encuentre sin capacidad de respuesta:
1. Redes de vigilancia barrial: Organizar comités de salud que monitoreen síntomas respiratorios y coordinen con centros de atención primaria.
2. Espacios ventilados comunitarios: Transformar centros vecinales en lugares seguros con ventilación adecuada durante reuniones invernales.
3. Brigadas de vacunación móvil: Llevar la inmunización a barrios, escuelas y lugares de trabajo, priorizando grupos vulnerables.
4. Sistema de alerta temprana: Crear canales de comunicación directa entre vecinos y el primer nivel de atención para detectar brotes.
5. Educación sanitaria popular: Talleres sobre uso correcto de mascarillas, ventilación cruzada y reconocimiento de signos de alarma.
La OMS insiste: "La vacuna antigripal puede ofrecer protección significativa incluso cuando las cepas evolucionan". Pero más allá de la vacunación -fundamental para grupos de riesgo-, necesitamos organización territorial. El European Centre for Disease Prevention and Control advierte que la simultaneidad de virus (gripe, VRS, COVID-19) podría comprometer la atención de otras patologías.
Esta "super gripe" nos recuerda que la salud no es mercancía sino derecho. Un sistema sanitario que prioriza la atención primaria, que educa antes que medicar, que organiza comunidades antes que saturar hospitales, es el único capaz de enfrentar epidemias sin colapsar. La verdadera "super" fuerza está en la red sanitaria accesible, gratuita y con pueblo informado como protagonista. Entonces, ¿Cómo estamos frente a este panorama en los diferentes países de Nuestramérica? ¿Vamos a esperar a que llegue el otoño para empezar a reclamar a los gobiernos políticas sanitarias acordes? ¿Y en países como Argentina, Bolivia, Honduras, Chile, vamos a dejar que sigan avanzando en el desmantelamiento de los sistemas de Salud Pública?