miércoles, 10 de diciembre de 2025

A 48 AÑOS DE LA DESAPARICIÓN DE AZUCENA VILLAFLOR

| ★ UN DÍA COMO HOY |

(★).- La fundadora de Madres de Plaza de Mayo, secuestrada y arrojada al mar en un vuelo de la muerte, dejó un legado de lucha colectiva que transformó el dolor en resistencia organizada.

Azucena Villaflor era una mujer común hasta que la dictadura cívico-militar secuestró a su hijo Néstor en noviembre de 1976. En su desesperada búsqueda por comisarías y cuarteles, encontró a otras madres que compartían su angustia. Fue en el Vicariato de la Armada, indignada por las burlas de los funcionarios, donde propuso con voz firme reunirse en Plaza de Mayo para reclamar públicamente por sus seres queridos.
El 30 de abril de 1977, catorce mujeres respondieron a su convocatoria. Cuando la policía les ordenó "¡Circulen!", obedecieron literalmente y comenzaron a caminar alrededor de la Pirámide de Mayo, gestando así una forma original de resistencia que trascendería fronteras. Azucena emergió como líder natural, no por imposición sino por su capacidad organizativa y su experiencia sindical en la empresa Siam, donde había luchado por derechos laborales.
Su liderazgo se caracterizó por la conciencia de clase. En una reunión temprana, cuando una madre de posición acomodada comentó que su cocinera se llamaba igual, Azucena comprendió que la lucha por los desaparecidos también revelaba diferencias sociales. "Nos mostró que las clases sociales existen y que nuestros hijos habían desaparecido por eso", recordaría Hebe de Bonafini.
La represión se ensañó con las Madres. El 8 de diciembre de 1977, Alfredo Astiz -infiltrado como "Gustavo Niño"- señaló con un beso a varias integrantes en la Iglesia de la Santa Cruz. Dos días después, el 10 de diciembre, mientras la solicitada que ella impulsaba aparecía en el diario La Nación pidiendo "Sólo la verdad", Azucena fue secuestrada en Avellaneda. En la ESMA fue torturada brutalmente, mostrando moretones por todo el cuerpo.
Junto a otras dos Madres fundadoras y las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet, fue arrojada viva al mar desde un avión. Sus restos, identificados en 2005 por el Equipo Argentino de Antropología Forense, testimonian la atrocidad de los vuelos de la muerte. Sus cenizas descansan al pie de la Pirámide de Mayo, donde comenzó la ronda que nunca se detuvo.
Azucena Villaflor enseñó que el dolor compartido podía transformarse en organización, que la plaza pública era territorio de resistencia y que la memoria, como el mar, siempre devuelve lo que intentan desaparecer.