| ★ POLÍTICA | EDUCACIÓN |
(★) Argentina.- Una avanzada ideológica busca transformar un derecho social en un bien de consumo.
La educación pública argentina enfrenta su momento más crítico en décadas. El proyecto de "Ley de Libertad Educativa" impulsado por el gobierno de Javier Milei representa una refundación ideológica del sistema educativo que amenaza con desarticular uno de los pilares históricos de la cohesión social. Lejos de ser una reforma técnica, esta iniciativa responde a una concepción anarcocapitalista que concibe la educación como servicio y no como derecho.
Roberto Baradel, secretario general de SUTEBA, denuncia que el proyecto "da por tierra el sistema educativo como lo conocemos". La propuesta habilita la educación en casa y a distancia sin control pedagógico claro, trasladando a las familias responsabilidades que históricamente fueron colectivas. Pero el núcleo duro está en la mercantilización: se abre la puerta a los vouchers, subsidiando la demanda en lugar de garantizar la oferta pública.
El cambio es radical. En un país donde más del 70% de estudiantes asiste a instituciones públicas, debilitar el sistema estatal profundizará desigualdades existentes. El financiamiento por demanda genera competencia entre escuelas, rankings y segmentación educativa. Las instituciones con mayores ventajas sobrevivirán, las más vulnerables quedarán relegadas. La escuela deja de ser comunidad para convertirse en mercado.
Además, el proyecto declara a la educación como servicio esencial, vulnerando el derecho constitucional a la huelga. Los sindicatos denuncian que esto obligaría a garantizar presencia en aulas, quitando poder a las medidas de fuerza. También se desvaloriza el rol docente, sugiriendo que cualquiera puede enseñar sin formación pedagógica.
La habilitación del homeschooling es una alternativa profundamente desigual que requiere capital cultural, tiempo y recursos económicos lejos de ser universales. Lejos de democratizar, elitiza. Lejos de incluir, excluye. El proyecto ignora el rol social insustituible de la escuela como espacio de encuentro, socialización y construcción colectiva del conocimiento.
Cuando el Estado se retira del aula, lo que avanza no es la libertad: es la desigualdad. Desarmar la educación pública es hipotecar el futuro, porque no hay desarrollo posible sin un sistema educativo fuerte, inclusivo y presente en cada rincón del territorio. Las consecuencias, como la historia enseña, se pagan por generaciones.
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