| ★ POLÍTICA |
(★) Brasil.- ¿Qué queda cuando los movimientos sociales se sientan en la mesa de los BRICS? Un simulacro de participación o la grieta por donde se cuela la contrahegemonia.
La arquitectura del poder global —esa que se diseña en salones climatizados donde se negocian acuerdos comerciales que definen el destino de millones— encuentra su contracara en el Armazém da Utopia de Río de Janeiro, donde entre el 1 y 4 de diciembre se celebra la primera Cumbre de los Pueblos del BRICS con 150 representantes de 21 países. Mientras la Agencia Brasil habla genéricamente de "participación de la sociedad civil", Brasil de Fato revela los nombres propios: el embajador Maurício Carvalho Lyrio, Antônio Freitas del Ministerio de Hacienda, y Dilma Rousseff —presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo— participando virtualmente. Pero el dato crucial, el que desmonta el relato oficial, viene de Racismo Ambiental: esta es la primera actividad del Consejo Civil Popular del BRICS reconocido en la Cumbre de Kazán de 2024, y el último gran evento bajo la presidencia brasileña antes de pasar a India en 2026.
Marco Fernandes, analista geopolítico del Consejo Popular, destaca lo "histórico": en julio, tres consejos del bloque fueron invitados a una sesión con jefes de Estado, y João Pedro Stedile —del MST— leyó recomendaciones ante todos los líderes. Por primera vez. La contradicción es estructural: ¿puede un bloque que busca desdolarizar la economía global —ese eje central según las fuentes— incorporar genuinamente las demandas de movimientos que cuestionan el extractivismo, el racismo ambiental, la colonialidad del poder? El sitio Racismo Ambiental, con su mirada anticolonial, pone el foco donde duele: la cooperación entre los Pueblos del Sur Global.
Y aquí está el nudo: mientras los sherpas negocian acuerdos financieros, los movimientos populares plantean otra multipolaridad —no la de Estados que compiten por hegemonía, sino la de pueblos que tejen solidaridades transfronterizas. Esta Cumbre de los Pueblos, con sus 150 representantes de 21 países, busca canal permanente de comunicación con el bloque oficial. Pero la pregunta persiste: ¿esta apertura bajo presidencia brasileña —calificada como "muy inusual" por Fernandes— sobrevivirá a las próximas presidencias de India, China y Sudáfrica? La arquitectura financiera alternativa choca con las epistemologías de la resistencia.
¿Cuánta utopía cabe en un almacén?