| ★ SANITARISMO |
(★) Argentina.- Mientras el mapa oficial muestra apenas tres puntos rojos, miles de salteños beben agua con hasta 160 veces el límite seguro.
El arsénico —ese veneno lento que se filtra en la geología y en los cuerpos— dibuja en Salta un mapa de abandono estatal que contradice flagrantemente la cartografía oficial del Instituto Tecnológico de Buenos Aires, donde apenas tres localidades aparecen con concentraciones peligrosas cuando la realidad epidemiológica, estudiada desde hace quince años por investigadores de la Universidad Nacional de Salta, revela una contaminación endémica que afecta a los departamentos Rivadavia, Anta, Rosario de la Frontera y Los Andes, territorios donde el Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE) no es una posibilidad remota sino un diagnóstico presente, una enfermedad grave que el sistema prefiere no cartografiar para no asumir responsabilidades. El mapa se actualiza sólo con muestras que llegan a Buenos Aires, a la sede del ITBA en Iguazú 341, un mecanismo que excluye por diseño a las comunidades más vulnerables, aquellas que carecen de medios para enviar sus botellas plásticas, que desconocen el protocolo o que simplemente han naturalizado el sabor metálico del agua que mata lentamente.
En Nueva Población, Rivadavia Banda Sur, las mediciones alcanzaron 1,60 mg/l: 160 veces el límite de la OMS. En escuelas de Apolinario Saravia, 40 veces más. En Aguas Muertas, Finca El Milagro, Pozo Largo y Pelicano Quemado: 0,74 mg/l. El sistema de abatimiento instalado en algunas escuelas redujo un 80% la concentración, pero el agua sigue siendo peligrosa. La normativa provincial mantiene el límite en 0,05 mg/l, cinco veces más que la recomendación internacional de 0,01 mg/l. Mientras, el estudio epidemiológico pendiente desde 2012 nunca se realizó.
¿Por qué el Estado prefiere mapas incompletos antes que soluciones integrales? La respuesta está en la economía política del abandono: las comunidades indígenas y campesinas no son sujetos de derecho sino costos presupuestarios. Los filtros son parches que legitiman la inacción.
El consumo prolongado de agua con arsénico genera diversos problemas de salud, como cáncer, lesiones en la piel, enfermedades cardiovasculares, diabetes, y daños en el sistema nervioso y respiratorio entre otros.