| ★ SANITARISMO |
(★) Argentina.- Cuando la ciencia retrocede, la charlatanería avanza con el aval institucional.
El subsuelo del Congreso Nacional se transformó en un teatro del absurdo donde la diputada Marilú Quiroz del Pro abrió las puertas a la conspiranoia antivacunas —con gritos de "veneno extraterrestre" y demostraciones de magnetización corporal inverosímiles— mientras en el segundo piso se desarrollaba una contrajornada científica que denunciaba el desfinanciamiento del Programa Nacional de Enfermedades Inmunoprevenibles y alertaba sobre la caída de la cobertura vacunal al 50% en menores de 5 años. La escena dantesca del "hombre imán" José Daniel Fabián desnudando su pecho para probar supuestos efectos magnéticos de la AstraZeneca —ante la ovación de un auditorio que celebraba certificados médicos fraudulentos para evadir la vacunación escolar— expone la profundidad de la crisis sanitaria que atraviesa el país, donde el negacionismo ya no es marginal sino que cuenta con representación parlamentaria activa y espacios institucionales para su difusión.
La médica Lucía Langer de la clínica Bazterrica mide metales en sangre antes de vacunar. La doctora Lorena Diblasi organiza espectáculos pseudocientíficos. La "Corte internacional de Justicia Real" con bandas celeste en el pecho adhiere al evento. Mientras tanto, Nicolás Kreplak revela que sólo el 50% de los niños menores de 5 años tiene el calendario completo. Daniel Gollán denuncia el vaciamiento del programa de inmunizaciones. Angela Gentile, jefa de infectología del Hospital Gutiérrez, explica los controles de seguridad que sí existen. La diputada María Cecilia Ibañez asegura que su partido no tiene iniciativas antivacunas. Dos realidades paralelas conviven en el mismo edificio.
La legitimidad científica se resquebraja cuando el Estado desfinancia la salud pública y habilita estos espacios. Las enfermedades antes controladas como sarampión y tos convulsa resurgen. ¿Hasta cuándo seguirá esta epidemia de desinformación?