martes, 9 de diciembre de 2025

DENGUE: LA EPIDEMIA QUE VUELA SOBRE LA DESIGUALDAD

| ★ SALUD |

(★) Argentina.- La expansión del dengue en Rosario devela cómo la mercantilización de las condiciones básicas de vida transforma la salud en un privilegio de clase, culpabilizando a las víctimas mientras se ignora la responsabilidad estructural.

La confirmación de que el mosquito Aedes aegypti ya circula en todos los distritos de Rosario —ese vector que no reconoce fronteras administrativas pero sí las de clase— expone la falacia de una salud pública que se limita a campañas de descacharreo mientras ignora los determinantes sociales de la enfermedad: la falta de agua potable obliga a almacenarla en recipientes que se convierten en criaderos, los barrios sin recolección de residuos acumulan basura que acumula agua, y las viviendas precarias carecen de protección contra insectos. El discurso municipal que responsabiliza al vecino individual por "un minuto semanal" de prevención oculta la responsabilidad estructural de un sistema que mercantiliza el acceso a condiciones básicas de vida, transformando la salud en un privilegio de quienes pueden pagar mosquiteros, repelentes y agua embotellada.
Las fuentes revelan contradicciones flagrantes: mientras Rosario3 informa sobre la expansión territorial del vector, Radio Canal menciona trabajos de prevención municipal sin especificar recursos asignados, y Rafaela Noticias reduce la complejidad epidemiológica a consejos domésticos. Ninguna aborda la distribución desigual del riesgo: ¿cuántos casos se registran en barrios populares versus countries privados? ¿Qué porcentaje del presupuesto sanitario se destina a fumigaciones masivas en lugar de a infraestructura básica? Los datos duros brillan por su ausencia —no hay cifras de incidencia por territorio, no hay desagregación por nivel socioeconómico, no hay evaluación de la efectividad real de las campañas— en un vacío estadístico que favorece la narrativa de la responsabilidad individual.
La ola de calor que acelera el ciclo reproductivo del mosquito no es un fenómeno meteorológico neutral: es la consecuencia de un modelo extractivista que calienta el planeta mientras enfría la solidaridad. Las recomendaciones de "dar vuelta recipientes" y "cortar el pasto" suenan a cruel ironía en asentamientos donde ni siquiera hay veredas. ¿Acaso el dengue respeta los minutos semanales de quienes trabajan 12 horas por un salario de hambre? La verdadera epidemia es la que normaliza que la salud dependa del esfuerzo individual en un sistema diseñado para el lucro —donde las clínicas privadas facturan por internaciones por dengue grave mientras los hospitales públicos colapsan— y donde la prevención se reduce a eslóganes que culpan a las víctimas. ¿Cuándo entenderemos que los mosquitos no votan, pero sí eligen dónde reproducirse?