"La historia se repite, primero como tragedia y luego como farsa"

viernes, 14 de noviembre de 2025

SIMÓN RADOWITZKY: EL JOVEN QUE DESAFIÓ A LA TIRANÍA

| ★ UN DÍA COMO HOY |

(★) Argentina.- La historia de un inmigrante ruso que se convirtió en símbolo de la resistencia obrera frente a la brutal represión estatal

En la mañana del 14 de noviembre de 1909, un joven anarquista de apenas 18 años cambió para siempre la historia del movimiento obrero argentino. Simón Radowitzky, nacido en Kiev en 1891, ejecutó un acto que resonaría como un grito de justicia contra la opresión que sufrían los trabajadores. Su objetivo: el coronel Ramón Falcón, jefe de la Policía de Buenos Aires y símbolo de la mano de hierro de la oligarquía terrateniente.

El contexto de aquel fatídico día estaba marcado por la profunda indignación popular. Sólo seis meses antes, el 1° de mayo de 1909, Falcón había dirigido personalmente una brutal represión contra una manifestación obrera en Plaza Lorea. La orden fue clara: dispersar a los trabajadores a sablazos y balazos. El saldo fue trágico: doce obreros muertos y ochenta heridos, entre ellos varios niños. La escena recordaba a los peores momentos de la represión zarista que Radowitzky había conocido en su Rusia natal.

La "Semana Roja" que siguió a la masacre mostró la fortaleza del movimiento obrero. Más de 220.000 huelguistas paralizaron la Capital Federal, extendiéndose el movimiento a Rosario, La Plata y otras ciudades. A pesar de las negociaciones que lograron algunas concesiones, la oligarquía se negó rotundamente a destituir a Falcón, demostrando que su brutalidad no era un exceso personal sino la expresión del carácter represivo del Estado oligárquico.

Radowitzky, que había llegado a Argentina en marzo de 1908 huyendo de las persecuciones zaristas, quedó profundamente conmovido por los sucesos de mayo. Para él, la policía montada argentina le recordaba a los cosacos que reprimían a los obreros en Rusia. Se acercó a los círculos anarquistas que propiciaban "la propaganda por el hecho", convencido de que era necesario un acto ejemplar que respondiera a la impunidad de Falcón.

La ejecución del atentado demostró una planificación meticulosa. Radowitzky esperó al coronel frente al cementerio de la Recoleta y, cuando el coche de Falcón pasó, arrojó una bomba que impactó en el interior del vehículo. El estallido destrozó las piernas del coronel y de su secretario, Juan Lartigau, quienes murieron horas después desangrados. Al ser capturado, el joven anarquista mostró una entereza inquebrantable: durante las torturas sólo repetía "tengo una bomba para cada uno de ustedes" y "viva la anarquía", sin delatar a ninguno de sus compañeros.

Su juicio fue rápido y la sentencia, inédita: prisión por tiempo indeterminado y veinte días anuales de pan y agua en cada aniversario del atentado. Sólo se salvó de la pena de muerte porque su tío, un rabino, presentó su partida de nacimiento que demostraba su minoría de edad. Radowitzky pasaría 21 años en el penal de Ushuaia, transformándose en un símbolo viviente de la resistencia para el movimiento obrero.

La figura de Simón Radowitzky trasciende el acto individual para representar la lucha colectiva contra la injusticia. Su historia nos habla de la solidaridad internacional de los trabajadores, de la búsqueda de justicia frente a la impunidad, y del coraje de quienes se atreven a desafiar al poder establecido. Aunque su estrategia de acción directa individual generó debates dentro del movimiento obrero, su nombre quedó grabado en la memoria popular como expresión del odio acumulado contra la represión estatal.

Hoy, recordamos a Radowitzky no sólo como el ejecutor de un ajusticiamiento, sino como el joven inmigrante que encarnó la rebeldía de una generación de trabajadores que luchaba por condiciones dignas de vida y trabajo. Su legado permanece como testimonio de que, incluso en las circunstancias más adversas, la lucha por la justicia social encuentra caminos para expresarse.

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