| ★ PENSAMIENTO |
(★) Brasil.- La hija del revolucionario martiniqueño denuncia las manipulaciones del legado fanoniano y establece conexiones urgentes con la resistencia palestina
En el centenario de Frantz Fanon, su hija Mireille Fanon Mendés-France desembarca en Brasil con una misión clara: rescatar el pensamiento anticolonial de su padre de las garras de la distorsión contemporánea. En un auditorio repleto en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, la activista y consultora de la ONU traza líneas directas entre el colonialismo histórico y la violencia actual en Gaza, desmontando narrativas que intentan domesticar la radicalidad fanoniana.
Mendés-France arranca contextualizando: Martinica no es un "territorio francés de ultramar" sino colonizado, igual que Guadalupe, Reunión y Kanaky. Fanon no surgió de la nada en Argelia - ya cargaba en su cuerpo las marcas del racismo colonial. A los 17 años, el joven colonizado se alistó para liberar al país colonizador de los nazis, error que reconocería después cuando descubrió que ni siquiera lo consideraban francés junto a los soldados senegaleses.
La psiquiatría colonial que Fanon enfrentó fragmentaba a las personas, borraba contextos sociales y trataba a argelinos como seres con "cerebros más pequeños". Su ruptura fue integrar colectividades en el tratamiento, comprendiendo la enfermedad mental como tríada entre individuo, sociedad y vida cotidiana. "Desfragmentar el conocimiento significa comprender al sujeto en su relación con el mundo", afirma Mireille, señalando cómo esta postura sigue siendo antídoto contra ideologías fascistas basadas en la fragmentación.
Pero el núcleo de su intervención apunta a las distorsiones actuales. Denuncia textos como el de Louis Bordon que afirman que Fanon "no habría apoyado a Hamás sino a Israel", calificando esta interpretación como "grave inversión". Critica también al ensayista Adam Schatz del New York Times por describir la violencia palestina como "barbarie" sin reconocerla como resistencia anticolonial. Estas lecturas, según ella, normalizan narrativas al servicio del aparato represivo.
La creación de Israel es para Mendés-France "una creación ficticia, construida contra un pueblo, contra el derecho a la autodeterminación". Recuerda cómo presiones económicas y políticas de Estados Unidos y Francia fueron decisivas, operando bajo la lógica capitalista de "chantaje, coerción e imposición". Compara el proceso con el envío de fragatas francesas a Haití para imponer una deuda ilegal tras la independencia.
La hija de Fanon enfatiza que la liberación del colonizador es distinta a la liberación de la ideología colonial, algo aún pendiente en muchos países africanos forzados a adherirse al modelo eurocéntrico. Quienes denuncian el carácter colonial de Israel enfrentan represión: cancelaciones, prohibiciones de viaje y censura. Vincula esta situación al creciente control financiero de internet, que antes estimulaba resistencia y ahora es objeto de vigilancia.
En diálogo con el investigador Deivison Faustino, se revela cómo la recepción de Fanon en Brasil pasó de ser dominio de intelectuales blancos de izquierda en los 60 - con Paulo Freire reconociendo su influencia en la Pedagogía del Oprimido - a ser apropiado por el movimiento negro recién en los 80, con figuras como Clóvis Moura y Lélia Gonzalez.
Hoy, con toda su obra traducida al portugués, Faustino plantea la pregunta crucial: "¿Qué Fanon estamos leyendo? ¿Es sólo un nombre famoso y hermoso, o inspira rebelión en todos los aspectos de la vida?". Fanon sigue interpelándonos desde su convicción de que no hay capitalismo sin racismo, ni racismo desvinculado del capitalismo. Su legado, según su hija, nos compromete "a no ceder jamás, a no renunciar jamás" frente a las continuidades coloniales que hoy se expresan en Gaza y en todas las geografías donde la autodeterminación sigue siendo negada.