| ★ DISTRACCIÓN |
(★) Argentina.- Cuando la realidad duele, los medios hegemónicos ofrecen anestesia en forma de alfombras rojas y estatuillas brillantes.
Los recientes Martín Fierro de televisión y teatro despliegan un mecanismo perfecto de fetichismo mediático que convierte la cultura en mercancía y la crítica en espectáculo.
Mientras la industria nacional se desploma con una caída del 10% respecto al 2023 y más de 4000 productos chinos invaden el mercado local, los grandes medios concentran sus titulares en los vestidos de Juana Viale y el smoking verde petróleo de Iván de Pineda. La cobertura de Clarín, Infobae y Perfil coincide en un mismo patrón: glorificar el glamour mientras sepultan las urgencias estructurales.
El ritual se repite con: Santiago del Moro ( o cualquiera semejante) recibe el Oro, las hermanas Nara cambian de vestuario como si fuera una pasarela, y los homenajes a trayectorias como la de Mauricio Kartun o Julio Chávez se convierten en anécdotas emotivas que ocultan la precarización laboral del sector cultural. Las transparencias, plumas y brillos funcionan como cortina de humo ante un modelo que mercantiliza hasta el último resquicio de creación artística.
Esta máquina de distracción masiva no es inocente: responde a intereses corporativos que necesitan mantener a las audiencias entretenidas mientras se profundizan las desigualdades. El fetichismo de los premios opera como opio del pueblo, disfrazando de celebración cultural lo que en realidad es un mecanismo de control social. Mientras debatimos sobre si el amarillo le sienta a Pampita, el poder sigue concentrándose en menos manos y la cultura popular se vacía de contenido transformador.
