"La historia se repite, primero como tragedia y luego como farsa"

martes, 23 de diciembre de 2025

MIGRAR ES UN ACTO DE RESISTENCIA: EL GRITO GLOBAL CONTRA LAS FRONTERAS ASESINAS

| ★ DECLARACIÓN |

(★) Internacional.- En un mundo donde las fronteras se han convertido en muros de muerte y las políticas migratorias en herramientas de exterminio, organizaciones de migrantes y movimientos sociales lanzan una declaración conjunta que redefine la migración como derecho humano fundamental y movimiento de resistencia.

Según La Vía Campesina y otras organizaciones, el Día Internacional del Migrante se conmemora en medio de un desplazamiento forzoso sin precedentes, con el Mediterráneo convertido en "megacementerio" por políticas deliberadas de no rescate, y Estados Unidos desplegando "zonas de guerra" contra inmigrantes en sus ciudades. La escalada fascista global, las guerras, el hambre y la destrucción ambiental empujan a millones a rutas mortales con gobiernos que criminalizan la solidaridad.
La declaración denuncia cómo el capitalismo neoliberal ha reestructuado el trabajo global, forzando a campesinos a abandonar tierras acaparadas por agroindustrias y convirtiendo a migrantes en mano de obra explotada en sectores esenciales como agricultura, cuidados y construcción. Pero frente a esta opresión sistemática, los movimientos migrantes se organizan, protestan y resisten, reclamando regularización universal y recordando que "la historia de la humanidad es una historia de migración por excelencia".


Declaración conjunta con motivo del Día Internacional del Migrante, 18 de diciembre de 2025

El 13 de diciembre, varias organizaciones de migrantes se reunieron con movimientos sociales comprometidos para intercambiar experiencias y estrategias, y aquí compartimos algunas reflexiones destacadas.
Las personas migrantes en un contexto global y regional
Este año, el Día Internacional de las personas migrantes, se celebra el 18 de diciembre en medio de un desplazamiento forzoso sin precedentes de personas en todo el mundo y de una escalada de ataques contra ellas, incluido las personas refugiadas y sus derechos. Esto tiene lugar en un contexto de intensificación de la crisis del capitalismo y el imperialismo en el mundo, la escalada de guerras, genocidios y ocupaciones coloniales, y la ilegalidad en Palestina; la destrucción de la naturaleza y la humanidad, el empobrecimiento y el hambre generalizada. A esto se suma la violación de los derechos humanos fundamentales y las libertades colectivas e individuales en todo el mundo, en medio del auge global de las fuerzas fascistas de derecha, su acceso al poder y su presencia en los gobiernos, y su dominio de la arena política internacional.
En Estados Unidos, el reelecto presidente, comenzó su segundo mandato continuando inmediatamente con la construcción del muro racista que separa México y Estados Unidos e imponiendo las políticas y medidas antimigrantes más represivas de la historia de Estados Unidos. En este país, construido por inmigrantes, las calles de las mayores ciudades estadounidenses se han convertido en auténticas zonas de guerra y cotos de caza de inmigrantes, que son detenidos brutalmente, agredidos, encarcelados y deportados ilegalmente en un aterrador espectáculo fascista.
En cuanto a Haití, República Dominicana y el resto del Caribe, la región está siendo testigo del desplazamiento y la migración forzosa de personas, debido a que más de dos millones de personas desplazadas y refugiados de Haití se ven obligados a cruzar una de las rutas migratorias más peligrosas hacia América del Norte, donde son sometidos a las peores formas de explotación, esclavitud, trata de personas y otros delitos.
En Europa, al igual que en Estados Unidos, los derechos fundamentales de los migrantes y refugiados también han sido sistemáticamente desmantelados. En todos los países de Europa, incluidos los Estados miembros de la Unión Europea – UE, las cuestiones de la migración y el asilo se han convertido en retórica política racista y fascista a medida que los partidos políticos de derecha siguen ganando poder.  El mar Mediterráneo se ha convertido en un megacementerio de personas migrantes y refugiadas, no solo por las frágiles embarcaciones abarrotadas, sino también por la política deliberada de los gobiernos de prohibir y negarse a rescatar en el mar a las personas migrantes por parte de guardacostas europeos, así como por la política de bloqueo llevada a cabo por Frontex y otras fuerzas como la «guardia costera libia», todo ello financiado con el presupuesto de la UE y el dinero de la ciudadanía, lo que da lugar a enfrentamientos mortales en el mar. Los barcos de búsqueda y rescate humanitarios dirigidos por ciudadanxs (como SOS Mediterranee) se ven frecuentemente bloqueados en su misión, son sometidos a ataques armados y al apresamiento de sus barcos, lo que también conduce a la criminalización y a procesos judiciales. Otra tendencia es la normalización del discurso de odio y los delitos sistemáticos contra las personas migrantes y los refugiadas, la detención sumaria y la deportación, así como la externalización y la segurización del régimen fronterizo europeo a países de África. Al mismo tiempo, se está produciendo una «estandarización de las políticas» con la preparación de la aplicación obligatoria del Pacto de la UE sobre Migración y Asilo en todos los Estados miembros de la UE, lo que ha supuesto, en esencia, el desmantelamiento de los derechos humanos fundamentales y su sustitución por políticas y mecanismos de «gestión» represivos.

En África, las guerras, la pobreza y la hambruna obligan a cientos de miles de personas empobrecidas y marginadas a emigrar. Se trata de nuestrxs hermanxs de África subsahariana y del Sahel africano, que se ven obligadxs a cruzar el inmenso Sáhara y a navegar por el mar Mediterráneo en barcos de la muerte en un intento por llegar a Europa, huyendo de su doloroso contexto, buscando medios de subsistencia y una vida mejor.
En Asia, también vemos a más de un millón de rohingya desplazadxs por la fuerza, que huyen de la persecución y la represión militar en Myanmar, y que han cruzado la frontera hacia Bangladesh y otros países vecinos como Tailandia. Recientemente, los enfrentamientos militares en la frontera entre Tailandia y Camboya están provocando nuevos desplazamientos forzados. Al mismo tiempo, lxs trabajadores migrantes, tanto hombres como mujeres, especialmente de Filipinas e Indonesia, proporcionan una mano de obra vital en otras economías del sudeste y el este asiático, a menudo en condiciones de precariedad contractual y violación de los derechos laborales y humanos fundamentales. Del mismo modo, muchos miles de trabajadorxs del sur de Asia —India, Pakistán, Bangladesh, Sri Lanka y Nepal— se concentran especialmente en los Estados del Golfo.
En el Golfo Arábigo prevalecen condiciones de explotación similares, y además las pesonas migrantes siguen estando sujetas al sistema de patrocinio (Kafala) similar a la esclavitud y a todas las formas de esclavitud y maltrato contra lxs trabajadores domésticxs y lxs obrerxs.
Reestructuración global del trabajo
En el contexto de la globalización neoliberal, grandes sectores de la industria manufacturera y la producción se trasladaron del Norte Global para establecer cadenas de suministro que aprovecharan la mano de obra más barata de los países del Sur Global. Al mismo tiempo, algunos sectores esenciales de la economía no podían «externalizarse» al Sur Global: la agricultura, el trabajo doméstico, la asistencia sanitaria y los cuidados, los servicios turísticos, el trabajo en plataformas petrolíferas y la construcción. Por lo tanto, estos sectores dependían en gran medida de la mano de obra migrante del Sur Global. 

Muchxs campesinxs y trabajadorxs rurales se vieron obligados a abandonar sus aldeas debido al acaparamiento de tierras por parte de las megacompañías agroindustriales y al modelo de agricultura basado en el uso de pesticidas, que destruye los medios de vida de lxs agricultorxs y solo beneficia a las grandes empresas. Muchas personas también se ven obligados a trabajar en la agricultura, ya sea en países de tránsito o en países de destino, en condiciones precarias y sin protección social. Están expuestos a accidentes laborales y al uso de productos químicos y pesticidas, sin ningún tipo de protección.
Si bien las remesas han contribuido durante mucho tiempo a sostener las economías de países emisores de mano de obra como Filipinas, esta realidad tiene un alto costo social que a menudo se ignora. La migración laboral a gran escala ha supuesto una fuga de cerebros, el debilitamiento de servicios públicos esenciales y profundas heridas sociales para las familias y comunidades de los trabajadores. La mano de obra migrante nunca debe tratarse como un apoyo económico o una estrategia de desarrollo. El objetivo debe seguir siendo la creación de puestos de trabajo dignos en el país de origen, y no la migración forzosa.
Del mismo modo, durante las últimas décadas, las economías del norte global también han dependido de lxs trabajadores migrantes para los servicios domésticos, de cuidados y de salud, así como para el trabajo en la economía turística. Sin embargo, las condiciones de vida y de trabajo son extremadamente explotadoras y los lugares de trabajo son con frecuencia «lugares sin derechos», incluidas las políticas deliberadas por las que miles de personas migrantes se ven obligadas a convertirse en «indocumentadxs».
Los movimientos migrantes se organizan y construyen resistencia
Lxs trabajadores migrantes, tanto históricamente como en la actualidad, desempeñan un papel importante en las economías del norte global, al tiempo que contribuyen de manera sustancial, a través de sus remesas, a las economías de sus países de origen en el sur global, una fuente de divisas extranjeras que a menudo se destina al pago de la deuda externa.
Ante todos los retos a los que se enfrentan a nivel mundial, tal y como se ha descrito anteriormente, las personas migrantes y refugiadas siguen organizándose, protestando y resistiendo esta opresión.
Las organizaciones de migrantes e inmigrantes, así como los movimientos y organizaciones que se han comprometido con la solidaridad, siguen enarbolando la bandera de la lucha, la resistencia y el cambio de sistema, y concluyeron el intercambio del 13 de diciembre con la resolución de:
  • ¡proseguir la campaña por la regularización de todxs!;
  • generar una nueva narrativa, cambiando el discurso y aprovechando los logros y contribuciones de las personas migrantes y refugiadas, en los ámbitos político, económico y cultural;
  • recordar y afirmar que la historia de la humanidad es una historia de migración por excelencia, que los países más poderosos y avanzados del mundo fueron construidos por migrantes, que la migración es un derecho humano fundamental y que es un movimiento de resistencia contra la injusticia, la explotación, el colonialismo, el capitalismo y el imperialismo.
  • Seguir construyendo el Pacto de Solidaridad como nuestra respuesta colectiva y nuestro compromiso con el cambio del sistema para lograr un mundo de justicia y paz para todxs.
¡Migrar es un derecho humano fundamental y un movimiento de resistencia!

¡Abajo todas las fronteras!

¡Viva el Día Internacional de las personas migrantes!

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