| ★ POLÍTICA |
(★) Colombia.- Organizaciones sociales de nueve países reclaman coherencia a los gobiernos que firmaron la declaración de la CELAC pero hoy se alinean con la OTAN.
La historia se repite como tragedia y farsa en Nuestra América. Mientras en 2014 la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) declaraba solemnemente a América Latina y el Caribe como "Zona de Paz", hoy crecen las alarmas ante la creciente subordinación militar de gobiernos regionales a potencias extranjeras. El II Encuentro Regional "Geopolítica y Militarización en Nuestra América", realizado en Medellín los días 27 y 28 de noviembre, se convirtió en plataforma de un grito continental: basta de convertir el continente en patio trasero bélico.
Delegaciones de Canadá, Estados Unidos, México, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Brasil firmaron una carta urgente dirigida a todos los presidentes y presidentas de la región. El documento, cargado de responsabilidad histórica, denuncia la contradicción flagrante entre los discursos soberanistas y la realidad de alianzas militares que erosionan la autodeterminación. "Estas alianzas contradicen los principios de no intervención y la tradición latinoamericana de resolver conflictos mediante el diálogo diplomático", señala el texto.
El análisis presentado por Raúl Zibechi durante el encuentro profundiza en el contexto geopolítico: el declive de la hegemonía estadounidense y el ascenso de Asia abren un período complejo donde nuevas burguesías -incluidas narco-burguesías- emergen mientras las sociedades se fragmentan. Pero la militarización responde también a lógicas internas: en Colombia, el Coordinador Nacional Agrario documenta cómo el extractivismo neoliberal consolida un modelo que combina despojo territorial con doctrinas del "enemigo interno", criminalizando a sindicalistas, campesinos y defensores ambientales.
La presentación del libro "Justicia para Colombia: Impunidad, acumulación y poder" evidenció las continuidades históricas entre estructuras paramilitares, redes cívico-militares y decisiones estatales secretas desde los años 60. Esta investigación rigurosa muestra cómo se configuró un modelo de violencia que hoy se actualiza bajo nuevas formas.
Los pueblos exigen seguridad que proteja comunidades, no que las controle; que defienda territorios, no que los militarice. El llamado es claro: América Latina no debe volver a ser escenario de confrontación entre potencias. La coherencia histórica exige que la palabra "Zona de Paz" deje de ser retórica vacía y se convierta en política concreta de desmilitarización y soberanía real.