| ★ EXTRACTIVISMO |
(★) Argentina.- Mientras organizaciones convocan a jornadas de acción plurinacional, el Ejecutivo busca modificar la ley que protege nuestras reservas hídricas estratégicas
La tensión ambiental se agudiza. Según informa Tiempo Argentino, el gobierno nacional busca modificar la Ley de Glaciares sancionada en 2010, norma que define estos ecosistemas como bienes públicos y prohíbe actividades extractivas que puedan afectarlos. El argumento oficial: favorecer inversiones y crear empleo. La realidad: un ataque directo al agua de lxs argentinos.
La jugada no es casual. Organizaciones ambientales ya convocan a jornadas de acción plurinacional en defensa de los glaciares, como reporta Red-eco Alternativo. La movilización social se anticipa a lo que parece ser una embestida coordinada del extractivismo.
El núcleo del conflicto está en el ambiente periglacial -aquellas zonas con suelos congelados que actúan como reguladores hídricos- que la ley actual protege. El gobierno buscaría redefinir este concepto de forma "acotada", según el glaciólogo Lucas Ruiz, para habilitar proyectos mineros que hoy están bloqueados.
La presión es múltiple: lobby empresarial, gobierno estadounidense que a través de su Cámara de Comercio en Argentina califica la reforma como "vital", y gobernadores provinciales seducidos por promesas de inversión. Todo esto mientras la ONU declara al 2025 como "Año Internacional de la Conservación de los Glaciares".
Argentina cuenta con 8.484 km² cubiertos de hielo distribuidos en 12 provincias. Estos glaciares no son sólo hielo: son reservas estratégicas de agua para consumo humano, biodiversidad y actividades productivas. Su derretimiento acelerado por el cambio climático ya es una realidad que la modificación legal agravaría.
El discurso oficial habla de "transición energética" y necesidad de minerales para paneles solares y turbinas. Pero la pregunta crucial, como señala Ruiz, es si puede extraerse de forma sustentable. La respuesta científica parece clara: habilitar actividades en ambientes periglaciales afectaría directamente las zonas de recarga de agua de las cuencas cordilleranas.
La batalla por los glaciares es la batalla por el agua. Y en un país donde el 70% del territorio es árido o semiárido, proteger estas reservas no es opción: es supervivencia.