| ★ POLÍTICA | NO A LA REFORMA LABORAL |
(★) Argentina.- Una jornada histórica donde la Plaza de Mayo se convirtió en el epicentro del rechazo popular al proyecto laboral de Milei.
La Plaza de Mayo se transformó este jueves en un mar de banderas y consignas que resonaron como un grito colectivo contra lo que las bases sindicales califican como "reforma esclavista". Miles de trabajadores y trabajadoras colmaron las calles porteñas en una demostración de fuerza que superó incluso los intentos de amedrentamiento estatal, con denuncias de retenes de Gendarmería en los accesos a la ciudad que buscaron frenar micros con manifestantes. La masividad del encuentro, con columnas que llegaron por Diagonal Norte, Avenida de Mayo y distintas arterias del microcentro, evidenció el profundo malestar que recorre al movimiento obrero organizado.
Desde el escenario principal, la nueva conducción tripartita de la CGT lanzó advertencias al gobierno. Octavio Argüello, cosecretario general, rechazó rotundamente "cualquier reforma laboral entreguista" mientras Jorge Solá advirtió que "este es el primer paso de un plan de lucha" que podría culminar en un paro nacional si las demandas no son escuchadas. La jornada coincidió con un paro nacional de ATE que registró un 93% de acatamiento según el gremio estatal, sumando así la fuerza del sector público a la protesta. La presencia del gobernador Axel Kicillof con su movimiento Derecho al Futuro, junto a funcionarios bonaerenses, amplió el arco opositor en las calles.
Sin embargo, desde sectores combativos y la izquierda surgieron críticas a la conducción cegetista por no haber convocado a un paro activo que permitiera una participación masiva, señalando que la plaza mostraba "importantes baches" según imágenes aéreas. Estos sectores marcharon en columna independiente exigiendo medidas más contundentes, incluyendo un paro nacional con movilización para el día que se trate la reforma en el Congreso. La tensión se palpó también en las calles, con denuncias de avances policiales con gases lacrimógenos en 9 de Julio y Avenida de Mayo.
La jornada dejó en claro que el movimiento obrero recuperó las calles como espacio de disputa, pero también expuso las diferencias estratégicas al interior del campo popular. Mientras la CGT apuesta a un plan de lucha escalonado con amenazas de paro nacional, los sectores más combativos exigen acciones inmediatas y masivas. Lo que nadie discute es el rechazo unánime a una reforma que, según los manifestantes, busca eliminar derechos históricos, extender jornadas laborales y precarizar aún más las condiciones de trabajo en un contexto donde ya se perdieron 250 mil puestos según cifras oficiales. La calle caliente anticipa un verano de confrontación social que podría definir el rumbo del proyecto gubernamental.
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