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(★) Brasil.- Solidaridad con Venezuela y denuncia del bloqueo a Cuba marcaron la agenda en Río de Janeiro
La Primera Cumbre Popular del BRICS en Río de Janeiro se convirtió en escenario de un contundente rechazo colectivo a las políticas agresivas de Estados Unidos contra América Latina. Mientras Washington despliega operativos militares en el Caribe y amenaza con cerrar el espacio aéreo venezolano, las voces del Sur Global se alzaron en defensa de la soberanía y el derecho internacional.
Margret Molefe, vicepresidenta ejecutiva de la Asociación Juvenil de Sudáfrica, sintetizó el espíritu del encuentro: "El Sur Global es solidario con el pueblo de Venezuela". Su declaración resonó en el marco de una cumbre que reunió a movimientos sociales, académicos y organizaciones de la sociedad civil de los 11 países del bloque ampliado.
La jurista brasileña Carol Proner, de la Asociación Brasileña de Juristas por la Democracia, fue contundente al calificar los ataques militares estadounidenses en el Caribe como "verdaderos asesinatos". Denunció especialmente el ataque a sobrevivientes de una embarcación como "una situación grotesca, gravísima" que el propio gobierno norteamericano ha intentado explicar con cuidado.
Desde Cuba, Katia Aruca del Partido Comunista Cubano detalló los impactos concretos del bloqueo estadounidense, recrudecido durante el gobierno de Trump, mientras reafirmaba la solidaridad con Venezuela y Palestina. La delegada cubana María del Carmen contrastó el despliegue militar estadounidense con la construcción de "unidad y multilateralismo" que representa el BRICS.
La cumbre marca el debut del Consejo Civil Popular del BRICS, creado en 2024 para institucionalizar la participación ciudadana en las decisiones geopolíticas del bloque. Su misión: convertir demandas sociales en propuestas concretas para fortalecer la cooperación económica y avanzar hacia una arquitectura financiera menos dependiente del dólar.
Mientras Brasil prepara el traspaso de la presidencia del bloque a India en 2026, esta cumbre popular demostró que la resistencia al unilateralismo estadounidense ya no es cuestión de gobiernos aislados, sino de un movimiento colectivo que está redefiniendo las reglas del juego internacional desde abajo.
