| ★ POLÍTICA |
(★) Chile.- Mientras Kast lidera las encuestas, su discurso migratorio revela la misma lógica colonial que empobrece a Chile.
El debate presidencial chileno se despliega como un teatro de sombras donde las palabras esconden más de lo que muestran, donde la retórica de la mano dura contra migrantes funciona como cortina de humo para ocultar la verdadera colusión —la de las élites económicas que han saqueado el país durante décadas— y donde la amenaza de Kast a Nicolás Maduro ("le quedan 98 días") no es más que la continuación de la política exterior intervencionista que siempre ha servido a los intereses del capital transnacional. Según la información de Cooperativa, el candidato republicano admitió que sólo podría "invitarlos a salir" voluntariamente a migrantes irregulares, una formulación que desnuda la impotencia real de su discurso xenófobo pero que mantiene intacta su función ideológica: dividir a la clase trabajadora chilena entre "nacionales" y "extranjeros" mientras las verdaderas causas de la precariedad —el extractivismo, la concentración de la riqueza, la desregulación laboral— permanecen intocables en su programa.
Jeannette Jara lo señala con datos concretos. En 16 años como diputado, Kast presentó 19 proyectos de ley: 3 para erigir monumentos, 2 para otorgar nacionalidad por gracia. Cero leyes significativas. Y mientras Prensa Latina reporta que Kast encabeza sondeos pese a perder el debate, la contradicción se hace evidente: el discurso del orden vende más que la memoria histórica. Jara responde de frente, dice. No sale con un "depende". Pero la pregunta persiste: ¿qué proyecto de país representa realmente la centroizquierda que administró el modelo?
Las luchas mapuche contra el extractivismo forestal, las feministas por despatriarcalizar el Estado, los movimientos por vivienda digna —esas son las contrahegemonías que interpelan a ambos candidatos. Mientras debaten seguridad, en Valparaíso arden los incendios forestales que el modelo agroexportador alimenta. ¿Quién responde por eso?