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(★) Internacional.- La región registra su menor nivel de pobreza desde que hay datos comparables, aunque persisten altos niveles de desigualdad y precariedad laboral
La lucha contra la pobreza en América Latina ha sido una batalla histórica marcada por ciclos de avances y retrocesos, donde las políticas redistributivas han chocado sistemáticamente con estructuras económicas profundamente desiguales. En este contexto, el reciente informe de la CEPAL revela un avance significativo que merece análisis desde la perspectiva de las relaciones capital-trabajo y la distribución de la riqueza.
Según el Panorama Social de América Latina y el Caribe 2025, la pobreza por ingresos afectaba al 25,5% de la población en 2024, representando una disminución de 2,2 puntos porcentuales respecto a 2023 y más de 7 puntos en comparación con 2020, el año más crítico de la pandemia. Este es el nivel más bajo desde que existen datos comparables. La pobreza extrema también retrocedió al 9,8%, 0,8 puntos menos que el año anterior.
El dato más revelador es que México y Brasil concentran el 90% de esta reducción regional. México aportó el 60% de la disminución de la pobreza general y el 49% de la pobreza extrema, mientras Brasil contribuyó con el 30% y 31% respectivamente. Sin estos dos países, la pobreza regional apenas habría disminuido 0,8 puntos porcentuales y las tasas se mantendrían por encima de los niveles prepandemia.
Esta evolución positiva se explica en parte por el aumento del gasto social en México y el Caribe, que contrasta con la reducción en América del Sur. El gasto social per cápita aumentó 4,1% en Centroamérica, México y República Dominicana, mientras en el Caribe la expansión fue del 7%. Sin embargo, la región enfrenta un mercado laboral segmentado donde la informalidad afecta al 47% de los ocupados.
A pesar del avance, la CEPAL advierte sobre la persistencia de una concentración extrema del ingreso: el 10% más rico capta el 34,2% del ingreso total, mientras el 10% más pobre apenas alcanza el 1,7%. América Latina mantiene el coeficiente de Gini más alto del mundo, sólo inferior al África Subsahariana, y supera en 14 puntos porcentuales al promedio de la OCDE.
La reducción de la pobreza en América Latina muestra que las políticas redistributivas pueden generar avances significativos, pero la persistencia de la desigualdad estructural revela los límites de un modelo que no cuestiona las bases del sistema. La informalidad laboral, la segregación educativa y la concentración de la riqueza siguen siendo barreras que exigen transformaciones más profundas en las relaciones sociales de producción. Los cambios que se viven en países como México y Brasil, con políticas que no apuntan a un capitalismo financiero y liberal, marcan ya un gran alivio para dos de los países más poblados de la región.