| ★ CUMBRE DE LOS PUEBLOS |
(★) Brasil.- Desde Belém, epicentro de la lucha climática, emerge una articulación histórica que desafía el modelo extractivista global
La Cúpula de los Pueblos en Belém se convirtió en escenario de un hito histórico: el nacimiento del Movimiento Internacional de Afectados por Represas, Crímenes Socioambientales y Crisis Climática. Mientras la COP30 despliega su teatro diplomático, los verdaderos guardianes de la Tierra -indígenas, quilombolas, campesinxs y comunidades tradicionales de cinco continentes- tejen su propia respuesta al capitalismo depredador.
La minería Vale, responsable de los desastres de Mariana y Brumadinho, opera como símbolo de esta ofensiva global. Pero no está sola: la Mitsubishi en Italia contamina con residuos químicos, la Chevron dejó su huella tóxica en la Amazonía ecuatoriana, y en Papúa Nueva Guinea la extracción de cobre devasta territorios ancestrales. Son las mismas corporaciones, el mismo poder económico, la misma lógica de muerte que convierte ríos, tierras y personas en mercancías descartables.
"Sabemos de nuestro papel en la historia", proclaman desde la Cúpula de los Pueblos, conscientes de que las soluciones reales a la crisis climática no vendrán de las salas acorazadas de la COP30, sino de quienes históricamente han protegido los ecosistemas. El movimiento reconoce que estos crímenes no son accidentales: son el corazón mismo del capitalismo neoliberal, que avanza sobre territorios indígenas y campesinos con la misma voracidad con que consume el planeta.
Esta articulación global surge del entendimiento de que la lucha es una sola: contra un sistema que lucra con la destrucción, la enfermedad y el sufrimiento de los pueblos. Mientras las corporaciones planifican su próximo desastre, los afectados de todo el mundo construyen su propia geopolítica de resistencia, demostrando que la verdadera justicia climática será anticapitalista, anticolonial y construida desde abajo.
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