| ★ POLÍTICA |
(★) Internacional.- El fundador de WikiLeaks acusa a la Fundación Nobel de convertir el premio de paz en instrumento bélico.
La historia del Nobel de la Paz siempre ha estado marcada por contradicciones, pero lo que ocurre hoy con María Corina Machado representa una perversión sin precedentes. Julian Assange, recién liberado tras años de persecución por exponer crímenes de guerra estadounidenses, lanzó una denuncia penal explosiva contra 30 directivos de la Fundación Nobel en Suecia. El núcleo del escándalo: otorgar el máximo galardón pacifista a quien abiertamente promueve la invasión militar de Venezuela.
Assange presentó la demanda ante la Autoridad Sueca de Delitos Económicos y la Unidad de Crímenes de Guerra, acusando a la cúpula nobel de apropiación indebida grave y facilitación de crímenes bélicos. La acción busca congelar inmediatamente los 1,18 millones de dólares destinados a Machado y devolver la medalla. El fundador de WikiLeaks argumenta que el testamento de Alfred Nobel de 1895 establece claramente que el premio debe reconocer esfuerzos por "la fraternidad entre las naciones" y "la reducción de ejércitos permanentes", no premiar llamados a la intervención armada.
La denuncia documenta cómo Machado ha pedido explícitamente el "uso de la fuerza" contra Venezuela, incluso testificando ante el Congreso estadounidense en 2014 que "el único camino que queda es la fuerza militar". Más recientemente, en octubre de 2025, declaró que "la escalada militar puede ser la única vía" y que "Estados Unidos puede necesitar intervenir directamente". Para colmo, dedicó su Nobel a Donald Trump por poner a Venezuela "en términos de prioridad para la seguridad nacional" estadounidense.
Lo más grave es el contexto: el premio se otorgó durante lo que analistas describen como el mayor despliegue militar estadounidense en el Caribe desde la Crisis de los Misiles en Cuba, con más de 15.000 efectivos y el portaaviones USS Gerald R. Ford. Assange cita al Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel, quien calificó el galardón a Machado como "una burla al testamento de Alfred Nobel".
La denuncia también señala que Machado elogió la conducta del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu en Gaza, acciones calificadas como genocidio por la Corte Internacional de Justicia. Assange solicita investigación penal completa, incautación de documentos de la Fundación Nobel y posible remisión a la Corte Penal Internacional.
Esta acción legal marca un punto de inflexión: ya no se trata sólo de criticar decisiones políticas cuestionables, sino de exigir responsabilidad penal por convertir un símbolo de paz en herramienta de guerra. Mientras el establishment internacional celebra a Machado, Assange pone el dedo en la llaga: premiar a quien llama a la invasión extranjera vacía de sentido la lucha por la paz y legitima la violencia imperial. La batalla legal en Suecia podría redefinir para siempre los límites éticos del Nobel y exponer cómo las élites globales instrumentalizan incluso los símbolos más sagrados para sus agendas geopolíticas.
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