| ★ POLÍTICA |
(★) Argentina.- La democracia argentina cruje bajo las botas militares que vuelven a pisar el Ministerio de Defensa después de cuatro décadas de control civil.
Carlos Alberto Presti, hijo del represor Carlos Roque Presti —comandante del Regimiento 7 de La Plata durante la dictadura, administrador de los centros clandestinos La Cacha, Arana y Comisaría 5ta, imputado por crímenes de lesa humanidad contra 44 personas— asume como ministro de Defensa en lo que el gobierno llama "dar por finalizada la demonización de nuestros oficiales". Mientras La Chaqueta celebra la "continuidad del rumbo", los organismos de derechos humanos registran el retroceso institucional más grave desde 1983. El nombramiento no es casual: viene precedido por el cuestionamiento del subsecretario de Derechos Humanos Alberto Baños a la cifra de 30.000 desaparecidos ante la ONU, en lo que constituye una estrategia sistemática de reescritura histórica. La Asamblea Desobediente —integrada por familiares de genocidas— ya había repudiado a Presti en 2024 por su silencio cómplice sobre el terrorismo de Estado.
Agustín Rossi califica la designación como "enorme retroceso". Hijos Capital advierte sobre la carga genocida que llega al poder. Petri celebra la "capacidad y lealtad" del militar. Monteoliva, ex secretaria de Seguridad, completa el equipo de "mano dura" que Bullrich define como "doctrina que ordenó a la Argentina".
Las Fuerzas Armadas recuperan protagonismo político cuando el gobierno necesita disciplinar la protesta social. El padre murió impune. El hijo gobierna. La "memoria completa" exige nombrar a los 44 que el régimen de Presti padre desapareció en los pozos de La Plata.
¿Hasta cuándo los verdugos heredarán el poder?