jueves, 6 de noviembre de 2025

VON WERNICH: LA IGLESIA TORTURADORA SIGUE SIN ARREPENTIRSE

| ★ ARGENTINA |

(★)Argentina.- El ex-capellán policial condenado por crímenes de lesa humanidad mantiene su negativa sistemática a cualquier proceso de revisión crítica, evidenciando la continuidad ideológica del terrorismo de Estado.

La justicia platense acaba de dictaminar que Christian Von Wernich, el único sacerdote católico condenado en Argentina por su participación en el aparato represivo de la última dictadura, debe seguir privado de todo beneficio carcelario. La Fiscalía fundamentó su rechazo a las salidas transitorias en la "negativa sistemática" del exsacerdote a someterse a evaluaciones psicológicas y su "ausencia de empatía" hacia las víctimas.

Von Wernich, condenado en 2007 a reclusión perpetua por 41 privaciones ilegítimas de libertad, 31 aplicaciones de tormentos y 7 homicidios agravados, demostró durante el juicio ser un engranaje fundamental del terrorismo de Estado. El tribunal sentenció que "cuando el que llega después a dar consejos es además un sacerdote que se maneja con autoridad ante los carceleros entrando y saliendo a su antojo de las celdas no es un torturador cualquiera, es uno calificado".

Lo que revela este nuevo capítulo judicial es la persistencia de la doctrina represiva en sectores de la Iglesia Católica. Von Wernich no sólo utilizó los hábitos sacerdotales para cometer crímenes, sino que mantiene intacta su complicidad ideológica. Su negativa a cualquier proceso de evaluación psicológica evidencia que la estructura de impunidad clerical sigue operando desde la cárcel.

Las víctimas han manifestado claramente su oposición a cualquier beneficio. Como señaló una de ellas, "cada día que ha pasado desde los hechos, Von Wernich ha continuado cometiendo delitos de lesa humanidad" al mantener el silencio sobre el destino final de les detenides-desaparecides.

Este caso expone la hipocresía de una institución eclesiástica que nunca realizó una autocrítica profunda sobre su complicidad con la dictadura. Mientras Von Wernich se niega a cualquier gesto reparador, la jerarquía católica mantiene un silencio cómplice que perpetúa el dolor de las víctimas.

La negativa a conceder salidas transitorias no es sólo una cuestión legal, sino un acto de justicia histórica. Demuestra que los crímenes de lesa humanidad no prescriben y que la impunidad clerical tiene límites. La sociedad no puede permitir que quienes utilizaron la fe como instrumento de tortura vuelvan a caminar libres sin haber mostrado el más mínimo arrepentimiento.