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(★) Argentina.-El tiempo como mercancía de lujo en la metrópolis capitalista donde los cuerpos populares pagan con horas de vida el derecho al trabajo
La movilidad urbana se ha convertido en un dispositivo de disciplinamiento social que reproduce las desigualdades estructurales del sistema capitalista. En el Área Metropolitana de Buenos Aires, la geografía de clase se traza en horas de viaje: mientras las elites habitan cerca de sus centros de trabajo y estudio, los sectores populares son condenados a periferias cada vez más distantes, donde la infraestructura básica brilla por su ausencia. Calles sin asfaltar, ausencia de cloacas y sistemas pluviales colapsados convierten cada lluvia en una catástrofe que paraliza la movilidad, profundizando el círculo vicioso de la pobreza territorial.
El impacto en la vida cotidiana de les trabajadores es brutalmente concreto: el 30% de quienes habitan barrios populares invierte más de una hora en llegar a sus trabajos, mientras que en La Matanza el 40% de les sostenes de hogar dedican más de dos horas solo en el trayecto de ida. Estas cifras esconden dramas humanos como el de Omar, de 60 años, que suma cuatro horas diarias de viaje a sus doce horas laborales, o Gabriel, estudiante del CBC que debe sortear pasillos embarrados y combinaciones infinitas de transporte. La pobreza no solo se mide en ingresos sino en tiempo robado: jornadas de 16 horas donde el descanso y la vida familiar son lujos inalcanzables.
La mercantilización del transporte profundiza esta opresión: entre junio de 2024 y octubre de 2025, el boleto urbano aumentó un 91,1%, duplicando la inflación general, mientras se eliminaban subsidios a viajes combinados. La fragmentación de los sistemas de pago -SUBE, códigos QR, promociones bancarias- convierte la economía del viaje en un laberinto donde quien menos tiene paga más. La alternativa es clara: desmercantilizar el transporte público, garantizarlo como derecho universal y planificar ciudades que acerquen vivienda, trabajo y servicios, rompiendo con la lógica colonial que segrega territorios y condena a los cuerpos populares al eterno tránsito.