| ★ ANÁLISIS |
(★).-El capitalismo neoliberal despliega una ofensiva ideológica para resignificar el trabajo como mercancía y borrar la memoria histórica de las conquistas laborales.
El capitalismo contemporáneo ha desatado una guerra semiótica sistemática contra la clase trabajadora, donde el lenguaje se convierte en campo de batalla para la dominación burguesa. Esta ofensiva neoliberal busca transformar radicalmente los significados del trabajo, el tiempo y la dignidad laboral, presentando la explotación como virtud productiva y la precariedad como aspiración. La estrategia consiste en una "reingeniería semiótica" que sustituye la concepción del trabajo como actividad social creadora por narrativas empresariales como "empleo flexible", "emprendeduría individual" y "colaboración", diseñadas para encubrir la extracción de plusvalor bajo apariencia de libertad.
Los impactos en las condiciones materiales de la clase trabajadora son devastadores. La transformación del trabajador en "recurso humano" y la naturalización de eufemismos como "colaborador", "freelancer" y "teletrabajo" funcionan como signos anestésicos que ocultan la intensificación de la explotación. Plataformas digitales, algoritmos y redes sociales se convierten en los nuevos capataces semióticos, fragmentando a lxs trabajadorxs y promoviendo la autoexplotación con sonrisa corporativa. Esta precarización semántica busca destruir la conciencia de clase y borrar la memoria histórica de conquistas como la jornada de ocho horas y la sindicalización, presentándolas como obstáculos al "progreso" en lugar de derechos fundamentales.
La resistencia debe articularse en el terreno simbólico y material simultáneamente. Es necesario devolver al signo "trabajo" su densidad histórica y potencia emancipadora, resemantizando el pasado para dotarlo de fuerza presente. Cada huelga, consigna y acto de resistencia constituye una disputa por el sentido que desafía la pedagogía del autoengaño neoliberal. La tarea revolucionaria consiste en transformar el trabajo de signo de opresión a expresión del ser social, recuperando su vínculo con la vida y la justicia. La historia de los derechos laborales se reescribe en cada lucha que rechaza la esclavitud resignada, demostrando que el trabajo no es mercancía sino fundamento civilizatorio de toda comunidad humana.