| ★ ARGENTINA |
(★) Argentina.- Casi 4 millones de trabajadores sobreviven en la informalidad con ingresos que no alcanzan para cubrir la canasta básica, mientras el gobierno impulsa reformas que profundizan la precarización laboral.
La economía popular se ha convertido en el refugio forzado para millones de argentinos que el mercado laboral formal expulsa sistemáticamente. Según datos del Centro de Innovación de los Trabajadores (Citra-Conicet-UMET), 3,9 millones de personas -el 27,1% de la Población Económicamente Activa- desarrollan sus actividades en este sector de subsistencia, marcado por la ausencia de derechos laborales y la mercantilización extrema de la fuerza de trabajo.
La radiografía social revela un escenario de acumulación por desposesión donde el 89,4% de estos trabajadores percibe menos de tres salarios mínimos, equivalente a 960.000 pesos mensuales. Esto significa que 3,5 millones de personas intentan sobrevivir con ingresos que no cubren ni la cuarta parte de la canasta básica familiar. La plusvalía extraída de esta masa laboral se multiplica en proporción inversa a sus condiciones de vida.
El fenómeno muestra una dinámica de clase clara: mientras se perdieron 200.000 empleos asalariados registrados desde noviembre de 2023, el trabajo por cuenta propia creció vigorosamente, especialmente en actividades informales. Esta tendencia confirma la teoría marxista del ejército industrial de reserva, donde el capitalismo mantiene una masa de trabajadores precarizados que presionan a la baja los salarios y derechos del conjunto de la clase trabajadora.
La feminización de la pobreza se manifiesta con crudeza: las mujeres representan el 30,9% de la Población Económica Activa (PEA) femenina en la economía popular, frente al 24,2% entre varones, combinando cuentapropismo, desempleo y tareas de cuidado no remuneradas. Entre los jóvenes de 16 a 29 años, el aumento fue del 10,9% y ya constituyen una cuarta parte del sector, con el 94,7% percibiendo ingresos por debajo del umbral de subsistencia.
La sobreocupación creció 3,2% en un año, evidenciando la ley tendencial de la tasa de ganancia: los capitalistas compensan la caída de rentabilidad intensificando la explotación. Los jóvenes enfrentan subocupación (+27%) y desocupación temporal (+88%), mientras los adultos multiplican empleos para compensar ingresos en caída libre.
La expansión regional de la informalidad muestra un patrón de desarrollo desigual y combinado: en el Gran Buenos Aires el crecimiento fue del 10,8%, en la Patagonia avanzó 16,2%, y en el NOA (Nor-Oeste Argentino) la informalidad trepó 6,6%. En todos los casos, el denominador común son jornadas más extensas, salarios más bajos y derechos cada vez más lejanos.
Frente a este cuadro de desposesión generalizada, el gobierno nacional insiste con reformas laborales que prometen "modernización" pero en la práctica consolidan la desprotección estructural. La economía popular, lejos de ser una alternativa emancipatoria, se ha convertido en el mecanismo de contención social que permite al capitalismo reproducir sus contradicciones.