lunes, 3 de noviembre de 2025

FENTANILO ASESINO: LA MASACRE QUE EL PODER QUIERE OLVIDAR

| ★ ARGENTINA |

(★)Argentina.- No fue un error. Fue un crimen del capital. Mientras las víctimas del fentanilo adulterado se organizan, el Estado y los laboratorios tejen su red de impunidad. Una crónica que desnuda la lógica mortífera de un sistema de salud mercantilizado.

El fentanilo contaminado que segó vidas no es una tragedia; es un homicidio capitalista. Es el resultado de un régimen que prioriza la ganancia de grupos económicos como el HLB Pharma Group por sobre la vida de la clase trabajadora. Detrás de cada muerte hay una historia de abandono: historias clínicas mutiladas que las familias tuvieron que comprar, silencios cómplices de hospitales y sanatorios –muchos de ellos, grandes grupos como Oroño– y un Estado ausente cuya ANMAT demostró, una vez más, ser un tigre de papel frente al poder real.

Santa Fe, tierra de agronegocios, recibió casi 40.000 ampollas del lote asesino. La distribución fue un negocio para droguerías como Nueva Era y Alfarma, eslabones de una cadena que convierte la salud en mercancía y a les pacientes en números descartables.

Pero de las entrañas de este infierno nació la resistencia. Claribel, Claudia, Valeria y tantas otras dejaron de ser víctimas aisladas para erigirse como una fuerza colectiva. De un grupo de WhatsApp pasaron a la calle, plantándose frente al Monumento a la Bandera con las fotos de sus seres queridos como banderas de lucha. Su consigna es simple y profunda: Justicia.

Su lucha no es sólo por el castigo a los directivos imputados. Es una denuncia estructural contra un sistema que desregula, permite y luego oculta las pruebas de su propia violencia. La comisión investigadora lograda es un triunfo de esta presión popular, pero no basta. La justicia burguesa es lenta y burocrática por diseño.

Este caso es un espejo de la Argentina colonial: un país donde la producción está subordinada a la rentabilidad de unos pocos, donde se envenena la tierra, el agua y hasta los medicamentos. La lucha de estas familias es la misma que la de les Vecines de los Barrios Fumigados y lxs trabajadorxs precarizadxs.

Han convertido el dolor en organización. La masacre del fentanilo no fue un accidente y la semilla de rebelión que plantaron ya está echando raíces.