| ★ UN DÍA COMO HOY |
(★).- Un bandido que robaba a los ricos para dar a los pobres, del que la historia oficial sólo recuerda su suicidio.
Juan Bautista Vairoleto emergió de las entrañas mismas de la Argentina desigual, aquella donde los inmigrantes italianos como su familia —Vittorio y Teresa Mondino— llegaban con sueños de prosperidad para terminar arrendando tierras que eran fruto del despojo genocida: 20.000 leguas arrebatadas a sangre indígena durante la "Conquista del Desierto", concentradas en manos de especuladores que imponían contratos leoninos a los arrendatarios. En ese caldo de cultivo de injusticias estructurales, donde los Vairoletto apenas sobrevivían con changas, se gestó la rebeldía que Sergio Sendra, historiador de General Alvear, atribuye a la influencia del Grito de Alcorta y las rebeliones anarquistas que Vairoleto "mamó de cerca". El punto de inflexión llegó en 1919 en Colonia Castex, cuando el cabo Elías "el turco" Farach —su rival por el amor de la bailarina Dora— lo humilló públicamente con rebencazos, tratándolo como un potro salvaje; ese mediodía, Vairoleto respondió con dos balas: una en el reloj de la fonda y otra en el cuello del milico, iniciando así dos décadas de fuga legendaria.
Atacó estancias en seis provincias —La Pampa, San Luis, Río Negro, Neuquén, Mendoza— pero siempre con un sello distintivo: robaba a terratenientes para repartir comida, herramientas y caballos entre el peonaje pobre. La policía de seis provincias lo persiguió sin éxito durante veinte años porque los campesinos, hacheros y prostitutas formaban redes de protección que lo alertaban y abastecían. Un 11 de noviembre de 1941, traicionado por Vicente "el Ñato" Gascón, fue rodeado en su rancho de Carmensa, Mendoza, donde vivía bajo el alias de Francisco Bravo con Telma Ceballos y sus tres hijas; prefirió el suicidio antes que la captura, descerrajándose un tiro en la cabeza mientras se despedía de su familia.