jueves, 30 de octubre de 2025

TRUMP Y EL NAUFRAGIO DEL IMPERIO: CUANDO EL CAPITALISMO SE DEVORA A SÍ MISMO

| ★ ANÁLISIS |

(★).-El proteccionismo trumpista no es más que el estertor de un sistema en crisis orgánica que sacrifica pueblos enteros para mantener sus tasas de ganancia

La arremetida arancelaria de Donald Trump representa la fase terminal de la hegemonía estadounidense, un capitalismo senil que recurre al nacionalismo económico para ocultar su incapacidad estructural de competir en el mercado mundial. Como analiza el economista marxista Michael Roberts, detrás de la "locura metodológica" del magnate neoyorquino se esconde una verdad incómoda: el centro del sistema imperial está podrido. Estados Unidos, que durante décadas impuso el libre comercio como dogma a las periferias, hoy recurre al proteccionismo más crudo porque su base industrial se ha desmantelado en busca de superganancias especulativas. El déficit comercial de 2 billones de dólares no es sino el reflejo de una economía que privilegió la financiarización sobre la producción real.

Las contradicciones del capitalismo global estallan en este escenario. Mientras Trump intenta resucitar industrias fantasmas con aranceles, las multinacionales estadounidenses siguen deslocalizando producción hacia el Sur global donde los salarios de hambre garantizan mayor rentabilidad. Esta esquizofrenia del capital -que exige protección en casa y explotación sin límites afuera- revela la bancarrota del proyecto neoliberal. Como bien señala Roberts, el experimento trumpista está condenado al fracaso: los aranceles Smoot-Hawley de 1930 demostraron que el proteccionismo en época de crisis solo profundiza la recesión. Pero la burguesía norteamericana no tiene alternativas: su tasa de profit lleva décadas en declive y solo le queda el nacionalismo económico como placebo.

El declive hegemónico de Estados Unidos abre escenarios peligrosos. La multipolaridad emergente no significa automáticamente un mundo más justo: los BRICS son una alianza interestatal capitalista donde conviven regímenes como el nacionalismo hindú de Modi y la autocracia rusa de Putin. La izquierda no puede caer en la ilusión de que cualquier enemigo de Washington es progresista. Como advierte Roberts, la verdadera alternativa no está en reemplazar un imperialismo por otro, sino en construir un internacionalismo de los pueblos que enfrente al capital en su conjunto.

La salida sigue estando en el socialismo del siglo XXI, pero aprendiendo de los errores. Frente al proteccionismo reaccionario de Trump, necesitamos un proteccionismo de clase que defenda las economías populares. Frente a la multipolaridad capitalista, la construcción de una Internacional de movimientos sociales que coordine luchas transfronterizas. El capitalismo global evidencia su agotamiento histórico: toca a los trabajadores del mundo construir su alternativa. Como sentenciaba Marx, la humanidad solo se plantea los problemas que puede resolver -y la crisis civilizatoria del capital nos plantea el desafío de inventar un nuevo modo de vida o perecer en el intento.