domingo, 26 de octubre de 2025

¿QUIÉN DECIDE EL RUMBO? Y NOSOTROS, ¿QUÉ VAMOS A HACER?

| ★ OPINIÓN |

(★).- En un escenario donde los grandes fondos financieros se posicionan como protagonistas de los destinos nacionales —con designaciones de cargos clave y negociaciones de recursos estratégicos—, el papel del pueblo queda muchas veces relegado a la espera o al rechazo. Pero ¿y si la organización popular recupera su protagonismo?
El informe del J.P. Morgan sobre la producción de litio en la Argentina proyecta que para 2030 podríamos estar entre los primeros del mundo en ese mineral. Al mismo tiempo, en redes y en los análisis de la industria minera, se observa un aumento de percepciones favorables hacia la minería entre la población, lo que muestra que la narrativa dominante está siendo reconfigurada.

Entonces cabe preguntarnos: ¿Quién se beneficiará de ese “boom” del litio y del uranio? ¿Se traducirá en desarrollo colectivo, autonomía tecnológica y derechos para las comunidades, o en transferencia de soberanía hacia capitales extranjeros? ¿Qué iniciativas desde abajo podemos construir para que ese recurso sea un instrumento de emancipación y no de dependencia?
Las comunidades originarias, los movimientos sociales, los sindicatos y las redes de economía popular tienen la oportunidad —y el deber— de formular sus propias preguntas: ¿Cuál será el papel del Estado, de la ciencia pública, de la industria local? ¿Estamos dispuestos a organizarnos para exigir que los recursos sean base de soberanía y no de extracción exclusiva?
No se trata únicamente de denunciar los atropellos, sino de construir alternativas: cooperativas mineras, gestión comunitaria de agua y territorio, alianzas entre pueblos y ciudad, control obrero-social de los procesos. La pregunta que tenemos que hacernos es clara: ¿vamos a esperar que nos “incluyan” en el reparto o vamos a organizarnos para definir nosotros el reparto?
Porque el futuro no se encuentra en los despachos de los grandes bancos ni en los salones de los fondos de inversión: se construye en la tierra, en la comunidad, en la decisión colectiva de convertir recursos, ciencia y tecnología en poder de los pueblos.