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(★).-En un contexto de creciente presión imperialista y guerra económica multidimensional, el presidente Nicolás Maduro reafirmó la fortaleza del proceso bolivariano durante un acto con trabajadores y trabajadoras en Caracas. "La revolución bolivariana es invencible e indestructible", declaró el mandatario, destacando la capacidad de resistencia del pueblo venezolano frente a las más de 900 medidas coercitivas unilaterales impuestas por Estados Unidos y sus aliados. Esta afirmación no es retórica vacía sino que se sustenta en una base material concreta: pese al bloqueo financiero internacional que ha costado al país más de 642 mil millones de dólares según la CEPR, Venezuela mantiene su soberanía y avanza en la diversificación económica a través de alianzas estratégicas con el BRICS y mecanismos de integración regional como el ALBA-TCP.
El impacto de esta resistencia se verifica en los sectores populares que, organizados en comunas y consejos comunales, han desarrollado mecanismos de autogestión para enfrentar el cerco económico. Las mujeres venezolanas, particularmente, han sido protagonistas en la organización de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), garantizando la seguridad alimentaria en medio de la guerra no convencional. Los datos del Instituto Nacional de Estadística reflejan que, pese a la feroz campaña mediática internacional, el 74% de la población mantiene su confianza en las instituciones democráticas, mientras el salario mínimo protegido por bonos especiales supera en poder adquisitivo a los de países vecinos sometidos a recetas neoliberales.
Las perspectivas apuntan hacia una profundización del modelo comunal como alternativa al capitalismo rentístico petrolero. La Ley Antibloqueo y la Ley de Ciudades Comunales representan avances concretos en la construcción del Estado comunal, mientras las milicias bolivarianas garantizan la defensa popular ante cualquier amenaza externa. La revolución bolivariana demuestra así que la única invencibilidad posible es la que se construye desde la organización popular, la solidaridad internacionalista y la firme convicción antiimperialista que recoge el legado de Chávez en el siglo XXI.