viernes, 31 de octubre de 2025

LA GUERRA SILENCIADA: EXTRACTIVISMO, CRIMINALIZACIÓN Y DESAPARICIÓN DE DEFENSORXS DEL TERRITORIO

| ★ LATINOAMÉRICA |

(★).-Un año sin Julia Chuñil y 2253 asesinatos documentados: el saldo sangriento del modelo extractivo en América Latina

La violencia estructural del capitalismo extractivista se cobra vidas mientras los Estados criminalizan la resistencia. 

Según Global Witness, entre 2012 y 2024 fueron asesinadas 2253 personas defensoras del territorio y el ambiente, con América Latina concentrando el 80% de estos crímenes. Esta estadística escalofriante no es casual: responde a la fusión orgánica entre poder político-empresarial e impunidad que caracteriza al modelo neocolonial en nuestra región. El acaparamiento de tierras y aguas por corporaciones transnacionales avanza proporcionalmente al hostigamiento y exterminio de las comunidades que defienden sus bienes comunes.

La desaparición forzada de Julia Chuñil en Chile y la criminalización de referentes mapuche a ambos lados de la cordillera ejemplifican la sofisticación represiva. Matías Santana, Luciana Jaramillo y María Nahuel en Argentina fueron incluidos en registros antiterroristas por el mero hecho de defender sus territorios. Mientras, en Mendoza, la represión a asambleas por el agua -como la que detuvo violentamente a Liza Rule- muestra cómo los gobiernos provinciales aliados de Milei facilitan el saqueo minero violando leyes protectoras como la 7722. La judicialización de la protesta mediante figuras como "invasión a la propiedad" o "alteración del orden público" busca desgastar económicamente y deslegitimar políticamente a lxs defensorxs.

Frente a esta ofensiva, los pueblos organizados responden con movilización y memoria. Las asambleas socioambientales, las comunidades originarias y los movimientos populares tejen redes de protección mutua mientras exigen justicia por Julia Chuñil y lxs 2253 caídxs. La defensa de los bienes comunes se revela así como trinchera fundamental contra un modelo que mercantiliza la vida y sacrifica territorios en el altar del lucro corporativo. Sólo la organización popular podrá frenar esta guerra silenciada donde defender la tierra se ha convertido en el oficio más peligroso de América Latina.