| ★ ARGENTINA |
(★)Argentina.-En un contexto de ajuste y violencia sistémica, el Bachillerato Popular Trans Mocha Celis celebra 14 años demostrando que la educación comunitaria es trinchera contra la exclusión.
Mientras el gobierno de Milei desmantela instituciones y profundiza la crisis, la Mocha Celis se erige como bastión de resistencia. Este bachillerato popular -el primero en el mundo dirigido específicamente a personas travestis, trans y no binaries- no sólo garantiza terminalidad educativa, sino que construye redes de supervivencia en medio del colapso social.
La paradoja es cruel: mientras el oficialismo promueve discursos de odio que estigmatizan a la comunidad travesti, trans y no binarie (TTNB), espacios como la Mocha deben multiplicarse para contener las consecuencias materiales de esa violencia. "Las condiciones materiales son una de las principales barreras", explican desde la institución. El recorte de programas sociales, la eliminación del Ministerio de Mujeres y la paralización del Cupo Laboral Travesti Trans conforman un combo letal que expulsa a les estudiantes del sistema educativo.
Pero aquí no hablamos de víctimas pasivas. La Mocha despliega estrategias comunitarias que el Estado abandona: el Teje Solidario con módulos alimentarios, el programa de empleo trans, el acompañamiento migratorio y hasta un comedor escolar gestionado por egresades. Es la pedagogía de la necesidad transformada en organización popular.
El contexto actual reactiva viejos mecanismos de exclusión. La prohibición del lenguaje inclusivo en CABA, la falta de implementación real de la ESI y el avance de narrativas discriminatorias crean climas hostiles que dificultan la permanencia educativa. Frente a esto, la Mocha responde con lo concreto: boleto estudiantil para adultes, convenios universitarios y formación profesional.
Lo más subversivo quizás sea ver cómo les egresades vuelven a la institución como docentes y gestores. Virginia Silveira, presidenta de la Asociación Civil, egresada de la primera camada, encarna esta pedagogía circular donde el conocimiento se comparte y la comunidad se reconstruye.
En tiempos donde el odio se oficializa, la Mocha Celis hace de la educación un acto político de reexistencia. No se trata sólo de obtener un título, sino de tejer redes que impidan que nadie caiga en el abismo de la exclusión. Como bien dicen desde el bachillerato: "Frente a la deshumanización, nuestra tarea es volver a generar comunidad". Y vaya si lo están logrando.
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