| ★ ARGENTINA |
(★)Argentina.- Los medios construyen el relato del pánico para ocultar que las clases dominantes eligieron conscientemente su proyecto de acumulación y las subalternas su deseo aspiracional
Es demasiado cómodo atribuir el voto a Milei al miedo. La narrativa del terror financiero sirve para blanquear una elección consciente de la burguesía y sus aliados de clase media que apostaron por un proyecto de acumulación y disciplinamiento social. No fue el pánico lo que llevó a las urnas, sino la convicción de que este modelo garantiza sus privilegios y aspiraciones de ascenso social.
Pero el fenómeno es más perverso en la dominación cultural: los sectores populares que votan por sus propios verdugos. No fue sólo la burguesía consciente de sus intereses la que llevó a Milei al poder, sino también millones de desclasados alienados por el sueño aspiracional de convertirse en pequeños burgueses. La ideología del emprendedurismo y la meritocracia logró lo que las balas no pudieron: convencer a los oprimidos de que su opresión es temporal y que pueden escapar de ella individualmente.
Mientras en San Nicolás, por ejemplo, los trabajadores de Ternium enfrentan despidos masivos, hay quienes en las villas y barrios populares todavía creen que con esfuerzo personal podrán salir de la pobreza, ignorando que el modelo que votaron está diseñado precisamente para que eso no ocurra. Es la alienación en su máxima expresión: soñar con ser patrón cuando ni siquiera se tiene trabajo estable.
La narrativa del miedo que instalan los medios de comunicación masiva oculta esta dimensión más compleja. No es sólo terror lo que movilizó a sectores populares, sino la internalización de valores burgueses que les hacen ver en el ajuste una oportunidad de "limpieza" del Estado que supuestamente los mantiene dependientes. Creen votar por la libertad cuando en realidad votan por su propia esclavitud asalariada.
Esta alienación aspiracional es el triunfo cultural del capitalismo: hacer que los pobres anhelen ser ricos en lugar de cuestionar por qué existen ricos y pobres. Que sueñen con escalar individualmente en lugar de organizarse colectivamente. Que internalicen el desprecio por "los vagos" que reciben planes sociales, sin entender que ellos mismos son potenciales beneficiarios de esa red de contención que hoy destruyen.
La autocrítica que debemos hacer es profunda: perdimos la batalla en el terreno de los deseos y las aspiraciones. Mientras nosotros hablábamos de derechos, ellos vendían sueños individuales de riqueza. Mientras nosotros denunciábamos la explotación, ellos prometían escape mediante el emprendedurismo. El desafío no es sólo recuperar el voto popular, sino desalinear las conciencias colonizadas por el deseo burgués.