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(★).-La anatomía esconde relatos de poder, colonialismo y desigualdad de género en sus denominaciones
La ciencia médica carga con un pasado incómodo. Detrás de nombres como Aquiles, Falopio o Broca se esconden historias de poder, colonialismo y desigualdad de género que pocos conocen. La anatomía humana, aparentemente neutral, está escrita con tinta de controversia histórica.
La tendencia de nombrar partes del cuerpo en honor a científicos europeos blancos refleja un sesgo colonial persistente. Mientras figuras occidentales obtienen reconocimiento eterno en la nomenclatura anatómica, contribuciones de otras culturas y géneros quedan sistemáticamente invisibilizadas.
El caso de Gabrielle Fallopio es emblemático. Aunque dio nombre a las trompas uterinas, su trabajo se basó en disecciones de cuerpos de mujeres ejecutadas, sin consentimiento alguno. Una práctica común en la época que hoy sería considerada violación ética fundamental.
Paul Broca, otro ejemplo, utilizó mediciones craneales para "demostrar" la inferioridad intelectual de mujeres y no blancos. Su legado científico está manchado por teorías racistas y sexistas que sirvieron para justificar desigualdades estructurales.
La pregunta que surge es qué hacer con esta herencia problemática. Algunos especialistas proponen mantener los nombres históricos pero contextualizando su origen controvertido. Otros abogan por una revisión completa que reconozca contribuciones diversas y elimine referencias a figuras vinculadas a prácticas discriminatorias.
El debate sobre la nomenclatura anatómica refleja una lucha más amplia: cómo las sociedades contemporáneas enfrentan herencias incómodas del pasado mientras construyen un futuro más inclusivo. La ciencia, como todo conocimiento humano, no es ajena a los conflictos de poder que marcan cada época.