| ★ ECUADOR |
(★) Ecuador.- Ecuador decide si canjea su territorio por una ilusión de seguridad, mientras el capital transnacional frota sus manos tras las visitas de altos funcionarios estadounidenses.
La consulta del domingo 16 de noviembre —esa que preguntará a los ecuatorianos si aceptan borrar de un plumazo constitucional la prohibición de bases militares extranjeras— no es sino la culminación de un proceso meticuloso de desmontaje soberano que comenzó con el lobby empresarial detrás de Noboa y que ahora se materializa en la secretaria de Seguridad Nacional de EE.UU., Kristi Noem, recorriendo instalaciones militares en Manta como si ya fueran suyas, como si el plebiscito fuera mera formalidad en un negocio cerrado. La estación aeronaval de Manta —donde operó una base estadounidense hasta 2009— no es un sitio cualquiera: es el símbolo de una herida colonial que pretenden reabrir, un territorio que alguna vez fue devuelto tras luchas populares y que ahora, bajo el discurso de la guerra contra el narcotráfico, se ofrece otra vez al poder extranjero. Quienes ganan con esto son las corporaciones de seguridad y el complejo militar-industrial norteamericano, que extiende su red de control geopolítico sobre un país estratégico; quienes pierden —quienes mueren— son las comunidades costeras, los territorios indígenas, los cuerpos de mujeres que siempre sufren primero la militarización. El silencio oficial es ensordecedor: no se habla de los impactos ambientales, de la violencia sexual que suele acompañar a las bases, del despojo que significa ceder soberanía.
Mientras, las otras preguntas del plebiscito completan el paquete de ajuste democrático: eliminar financiamiento estatal a partidos políticos —debilitando a las organizaciones pequeñas y fortaleciendo a las maquinarias privadas— y reducir la Asamblea Nacional de 151 a 73 legisladores, concentrando el poder en menos manos. La CONAIE ya alza la voz contra esta ofensiva que busca, según ellos, “eliminar derechos conquistados” como la plurinacionalidad y los derechos de la naturaleza. La contrahegemonia se teje en las calles, en las asambleas populares, en la memoria de quienes resistieron la base de Manta la primera vez.
¿Volverá Ecuador a ser patio trasero?