sábado, 25 de octubre de 2025

EL DESEMBARCO DEL CAPITAL FINANCIERO: CUANDO LA SOBERANÍA SE NEGOCIA EN WALL STREET

| ★ NOTICIA |

(★).- La llegada de Pablo Quirno a la Cancillería y el avance del JP Morgan sobre los recursos estratégicos del país revelan el nuevo rostro del colonialismo: ya no llegan con barcos ni fusiles, sino con contratos, préstamos y banqueros convertidos en ministros.

La designación de Pablo Quirno como nuevo canciller argentino no es un hecho aislado. Detrás de ese nombramiento se dibuja una trama de poder global en la que los fondos de inversión y las grandes corporaciones dictan las reglas de la política nacional. Quirno, con más de una década y media de trayectoria en el JP Morgan, no representa la diplomacia argentina ante el mundo, sino a Wall Street dentro de la diplomacia. Es la institucionalización de un modelo de subordinación financiera en nombre de la “modernización” y la “confianza de los mercados”.

El gobierno de Javier Milei ha convertido al Estado en una plataforma de negocios. En las últimas semanas, el aterrizaje en Buenos Aires del CEO del JP Morgan, Jamie Dimon, junto a figuras como Tony Blair y Condoleezza Rice, dejó en claro que la nueva “alianza estratégica” con Estados Unidos tiene un precio: la entrega de los recursos energéticos y tecnológicos del país. Tras esa visita se concretó el decreto que abre el camino a la privatización de Nucleoléctrica Argentina S.A., la empresa estatal que opera las tres centrales nucleares del país. La excusa es atraer inversiones; el resultado será la pérdida de control sobre un sector clave para la soberanía energética y científica.

El interés de los Estados Unidos por los minerales argentinos —uranio, litio, tierras raras— se presenta bajo el lenguaje amable de la cooperación, pero en realidad responde a una lógica de dominación. En un contexto mundial de disputa por las nuevas fuentes de energía y las tecnologías del futuro, América Latina vuelve a ser vista como un territorio de extracción y saqueo. Y en lugar de resistir esa dinámica, el actual gobierno la promueve. La presencia de ex ejecutivos del JP Morgan en los principales cargos económicos no deja dudas: el Estado ha sido colonizado desde adentro.

El discurso libertario de Milei —esa retórica que promete “libertad” y “eficiencia”— es apenas la máscara de una entrega monumental. No se trata de reducir el gasto público, sino de vaciar al Estado de su función soberana y dejar el control de los bienes comunes en manos de los mismos actores que provocan crisis y desigualdad a escala global. Detrás de la aparente “racionalidad económica”, se esconde un plan político: desmantelar las capacidades nacionales de producción, investigación y desarrollo para volver a colocar a la Argentina en el lugar de proveedor subordinado de materias primas.

No es casual que en paralelo se paralicen proyectos como el reactor CAREM-25, se despida a trabajadores calificados y se frenen obras estratégicas en el sector nuclear. Lo que se presenta como “reorganización” es, en verdad, una estrategia de vaciamiento que busca borrar décadas de conocimiento y autonomía tecnológica. El mensaje es claro: un país que investiga y produce por sí mismo es una amenaza para quienes quieren dominarlo.

En los grandes salones del Teatro Colón, donde se celebró el cóctel del JP Morgan, los empresarios y funcionarios brindaron por un “nuevo comienzo”. Pero ese festejo no simboliza el progreso, sino la rendición. Mientras los banqueros negocian ganancias, el pueblo enfrenta despidos, recortes y pérdida de derechos. Las decisiones se toman a puertas cerradas, lejos de los barrios, los sindicatos y las comunidades que sostienen al país con su trabajo.

Frente a esta ofensiva del poder financiero, la respuesta no puede ser el aislamiento ni el desencanto. Es tiempo de reconstruir desde abajo una idea de patria basada en la solidaridad y la autonomía, en la defensa del conocimiento público, los recursos naturales y la justicia social. Porque la soberanía no se declama: se ejerce colectivamente, cada vez que un pueblo decide no vender su futuro por un préstamo o una promesa de estabilidad.

Fuentes: