martes, 4 de noviembre de 2025

EL PENSAMIENTO NÓMADE: A 30 AÑOS DE LA MUERTE DE GILLES DELEUZE

| ★ UNA FECHA COMO HOY |

(★).-El filósofo francés que revolucionó el pensamiento crítico con sus conceptos de rizoma, máquinas deseantes y devenir-minoritario sigue interpelando nuestra realidad latinoamericana.

Un 4 de noviembre de 1995, Gilles Deleuze se arrojaba por la ventana de su apartamento en París. El suicidio del pensador que había dedicado su vida a combatir las formas de sujeción y control marcaba el fin físico de una de las mentes más lúcidas del siglo XX. Hoy, a 30 años de su partida, su legado filosófico resulta más vigente que nunca para comprender los mecanismos de dominación que operan en nuestras sociedades.

Deleuze desarrolló junto a Félix Guattari una crítica radical al aparato estatal como máquina de captura y homogenización. Su concepto de "rizoma" -opuesto al modelo arbóreo jerárquico- nos ofrece herramientas para pensar formas de organización no piramidales, horizontales, que escapan a la lógica del poder centralizado. En tiempos donde los gobiernos neoliberales profundizan el control sobre los cuerpos y los territorios, la filosofía deleuziana nos invita a construir líneas de fuga, a devenir imperceptibles frente al ojo panóptico del capital.
Las "máquinas deseantes" que propusieron en "El Anti-Edipo" nos permiten entender cómo el deseo -lejos de ser una carencia- es una fuerza productiva que el capitalismo busca canalizar y controlar. Nuestras luchas feministas, ecologistas y anticoloniales son expresiones de ese deseo que se resiste a ser domesticado, que busca crear nuevos modos de existencia.

El concepto de "devenir-minoritario" resulta fundamental para nuestras resistencias. No se trata de representar a las minorías sino de devenir-minoría, de escapar a la norma mayoritaria impuesta por el patriarcado, el colonialismo y el capital. Las luchas de los pueblos originarios, las disidencias sexuales, las mujeres y les trabajadores precarizades son devenires que desestabilizan el orden establecido.
En Argentina, donde el gobierno de Milei impulsa una agenda de flexibilización laboral y represión, el pensamiento deleuziano nos alerta sobre las "sociedades de control" que reemplazan a las disciplinarias. Ya no necesitamos de muros visibles cuando el endeudamiento, la vigilancia digital y la precarización existencial nos someten de manera más sutil pero igualmente efectiva.

Deleuze nos enseñó a desconfiar de los rostros -esas máquinas abstractas que nos asignan identidades fijas- y de los territorios demarcados. Su filosofía nómade nos invita a desterritorializar el pensamiento, a cruzar fronteras, a mezclar saberes. En un continente marcado por las divisiones artificiales impuestas por la colonia, esta perspectiva resulta liberadora.
La ecología política deleuziana, con su concepto de "agenciamiento", nos ayuda a pensar las relaciones entre humanos y no-humanos de manera no antropocéntrica. Frente a la crisis climática y el extractivismo desenfrenado, necesitamos urgentemente esta mirada que concibe la naturaleza no como recurso a explotar sino como conjunto de fuerzas en devenir.

A tres décadas de su muerte, Deleuze sigue siendo ese pensador incómodo que nos obliga a cuestionar nuestras certezas. Su filosofía no ofrece recetas ni programas políticos, sino herramientas conceptuales para pensar y actuar de otro modo. En tiempos de fundamentalismos y pensamiento único, su llamado a crear conceptos nuevos, a inventar formas de vida diferentes, resuena con fuerza en nuestras luchas.
El rizoma deleuziano crece subterráneo, conectando resistencias, tejiendo redes de solidaridad. Su pensamiento -como él mismo decía- no es para entender el mundo sino para transformarlo. Y en esa transformación, su legado filosófico sigue siendo un arma cargada de futuro para quienes soñamos con mundos otros, más justos, más libres, más deseantes.